24 d’abril del 2015

Celebración de la voz humana, Eduardo Galeano



Tenían las manos atadas,o esposadas,y sin embargo los dedos danzaban,volaban,dibujaban palabras.
Los presos estaban encapuchados,pero inclinándose alcanzaban a ver algo,alguito, por abajo.Aunque hablar estaba prohibido,ellos conversaban con las manos. 

Pinio Ungerfeld me enseñó el alfabeto de los dedos,que en prisión aprendió sin profesor:

-Algunos teníamos más letra- me dijo-.Otros eran unos artistas de la caligrafía.

La dictadura uruguaya quería que cada uno fuera nada más que uno,que cada uno fuera nadie;en cárceles y cuarteles,y en todo el país,la comunicación era delito.

Algunos presos pasaron mas de diez años enterrados en solitarios calabozos del tamaño de un ataúd, sin escuchar mas voces que el estrépito de las rejas o los pasos de las botas por los corredores.
Fernandez Huidobro y Mauricio Rosencof,condenados a esa soledad ,se salvaron porque pudieron hablarse, con golpecitos, a través de la pared. Así se contaban sueños y recuerdos ,amores y desamores,discutían,se abrazaban,se peleaban,compartían dudas y certezas,bellezas y culpas, y preguntas,de esas que no tienen respuestas.

Cuando es verdadera,cuando nace de la necesidad de decir,a la voz humana no hay quien la pare.
Si le niegan la boca, ella habla por las manos,o por los ojos,o por los poros,o por donde sea.
Porque todos,toditos tenemos algo que decir a los demás; alguna cosa que merece ser por los demás celebrada,o perdonada.

De El libro de los abrazos

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